Sian McGill: paisajes que hablan
Siempre he pensado que el arte paisajístico es como el té verde: todo el mundo dice que le encanta, pero en realidad sólo lo consumen porque parece saludable. Sin embargo, después de ver las pinturas de Sian McGill, estoy empezando a pensar que hay algo más aquí. Algo genuino. Algo que no se encuentra en las reproducciones de IKEA.
Una espátula, una montaña y mucha valentía
Imagina esto: un niño nacido en el día de St. Davids (patrón de Gales, porque claro, nacer en un día cualquiera sería demasiado mainstream), que crece entre montañas y mares, rodeado de tanta belleza natural que probablemente desarrolló alergia a los paisajes urbanos. Ahora, esta misma niña se convierte en adulta, tiene tres hijos y decide que pintar con pinceles no es lo suficientemente desafiante. No, ella elige una espátula, como si estuviera construyendo una casa en lugar de una obra de arte. Y vaya que lo consigue.
Sian McGill es una artista que encuentra su inspiración en los paisajes cambiantes y vibrantes de Gales. Sus pinturas son una explosión de texturas, colores y emociones que te hacen sentir como si estuvieras allí, en ese rincón remoto de Gales, peleándote con el viento por mantener tu sombrero en su lugar. Usa una paleta de colores tan vibrante que podría competir con la ropa de los ochenta, pero con mucho mejor gusto.
Paisajes con personalidad
El encanto de estas obras no está solo en los paisajes (aunque, admitámoslo, Gales podría hacer que cualquier pintor mediocre pareciera un genio). Es la manera en que captura la “energía del lugar”. Y sí, eso suena a descripción de vino caro, pero ¿cómo describirías el sentimiento de estar en un acantilado viendo un faro mientras el viento te golpea la cara y cuestionas tus elecciones de vida? Exacto.
Sus obras no intentan ser una copia fiel de la realidad, sino una versión idealizada y llena de alma. Como cuando cuentas una anécdota y exageras un poco para hacerla más interesante (porque nadie quiere escuchar sobre “el día que todo salió bien”). Los paisajes aquí no son solo lugares, son personajes con historias propias.
La filosofía del «pinto con lo que sea»
Sian confiesa que, además de espátulas, usa pinceles, dedos y cualquier cosa que tenga a mano. Personalmente, me la imagino usando la tapa de una olla o la zapatilla de su hijo menor si la inspiración lo exige. Esa libertad creativa es lo que le da a su obra una frescura que muchas veces falta en el arte paisajístico, que suele estar demasiado obsesionado con las “líneas perfectas” y la perspectiva.
Entre la naturaleza y nosotros
Al final, estas pinturas nos recuerdan algo esencial: la naturaleza no necesita filtros de Instagram. Su belleza es caótica, imperfecta y brutalmente honesta, como la vida misma. Y eso es exactamente lo que Sian McGill captura. Claro, podría haber decidido pintar bodegones o retratos, pero no, ella prefirió los paisajes, porque ¿qué mejor manera de hablar del mundo que a través de sus lugares más salvajes?
Así que, si alguna vez te encuentras frente a una de estas obras, tómate un momento para apreciarla. Porque, aunque el arte no pueda solucionar todos los problemas del mundo, al menos nos da algo bonito que mirar mientras esperamos que se arreglen solos.
Como diría la propia Sian McGill (o no, pero me gusta pensar que lo haría): «La pintura es mi manera de encontrar paz en el caos. Y si no te gusta, siempre puedo usar la espátula para untar mantequilla en un pan».