Obviously 5 Believers: Bob Dylan, un blues a medio camino entre el genio y el relleno

Si alguna vez te has preguntado qué pasa cuando un genio decide improvisar un poco porque está cansado y es la una de la madrugada, escucha Obviously 5 Believers. Este tema de Blonde on Blonde es un extraño experimento donde Bob Dylan fusiona su magnetismo con una dosis generosa de «hagámoslo rápido y veamos qué sale». El resultado: un blues chispeante con riffs pegajosos y una letra que parece haber sido escrita en una servilleta de bar entre copas.

Una madrugada en Nashville

Estamos en marzo de 1966, en Nashville, ciudad de country, whisky y músicos sesionistas que pueden tocar cualquier cosa, incluso si se lo piden a las tres de la mañana. Bob Dylan, después de unos cuantos intentos fallidos de grabar en Nueva York, trasladó su séptimo álbum a la Music City, donde el productor Bob Johnston había reunido a una banda de músicos legendarios. Entre ellos estaban Robbie Robertson, Charlie McCoy y Al Kooper, nombres que probablemente suenan familiares si eres de los que leen créditos de discos como si fueran novelas.

La grabación de Obviously 5 Believers, titulada inicialmente Black Dog Blues, fue una de las últimas sesiones de Blonde on Blonde. La banda, seguramente algo cansada, tuvo que lidiar con el curioso capricho de Dylan de alterar la clásica estructura del blues de 12 compases y convertirla en un híbrido de 10. Dylan, con su encanto habitual, simplemente dijo: «Esto es muy fácil, hombre», mientras todos intentaban seguir el ritmo.

Entre perros negros y creyentes dudosos

La canción comienza con la frase «Early in the morning», un cliché del blues clásico que parece haber sido reciclado directamente de algún disco de Blind Blake o Muddy Waters. Pero aquí es donde Dylan añade su toque característico: versos crípticos sobre perros negros, juglares y «cinco creyentes», rematados con un estribillo que parece más un lamento que una declaración.

¿De qué trata realmente Obviously 5 Believers? Bueno, eso depende de cuánto estés dispuesto a analizar. Algunos críticos han sugerido que es un blues sobre la soledad, otros que Dylan simplemente estaba divirtiéndose con palabras que le sonaban bien. Y luego están los que piensan que el verso de los «cinco creyentes» es una especie de sátira sobre la crítica musical: quince críticos analizando y cinco creyentes aceptando sin cuestionar.

Entre el genio y el relleno

A lo largo de los años, la recepción de la canción ha sido tan variada como sus referencias líricas. Algunos, como Clinton Heylin, la han señalado como un tema completamente dependiente de la habilidad de los músicos, mientras que otros, como Jon Landau, han elogiado a Dylan como un auténtico intérprete de blues en este corte.

Es cierto que Obviously 5 Believers no tiene la carga emocional de Visions of Johanna ni el impacto cultural de Like a Rolling Stone, pero su energía cruda y su espíritu juguetón tienen su propio encanto. Es una de esas canciones que puede que no cambien tu vida, pero te harán mover la cabeza al ritmo de su pegajosa armonía.

Una segunda vida en directo

Dylan olvidó completamente esta canción después de grabarla, algo que no es raro en un artista con un catálogo tan extenso. No fue hasta 1995 que Obviously 5 Believers apareció en sus listas de conciertos, y, para sorpresa de todos, se convirtió en un número recurrente durante un par de años. Quizá Dylan redescubrió el placer de gritar «Early in the morning» mientras el público intentaba descifrar qué estaba pasando.

El legado de los cinco creyentes

Aunque la canción no es exactamente una piedra angular en la carrera de Dylan, ha dejado su huella en formas inesperadas. Fue la inspiración para una banda de Birmingham llamada Obviously 5 Believers, cuyos miembros incluyeron a un joven Stephen Duffy antes de que cofundara Duran Duran. Además, ha sido versionada por artistas tan variados como Top Jimmy & The Rhythm Pigs y Toni Price, cada uno aportando su propio enfoque a este curioso blues.

¿Un relleno brillante o un genio perezoso?

Obviously 5 Believers es, en muchos sentidos, una canción que encapsula lo mejor y lo peor de Bob Dylan. Por un lado, muestra su capacidad para tomar un género clásico como el blues y añadirle su propio sello. Por otro, es una canción que parece escrita con la intención de llenar espacio en un álbum doble.

Pero ahí radica su magia. Es un recordatorio de que incluso los momentos menores de un genio pueden ser fascinantes. Así que la próxima vez que la escuches, no intentes entenderla demasiado. Simplemente disfruta de su ritmo contagioso, de las guitarras chispeantes y de la forma en que Dylan transforma lo mundano en algo único.

Ficha técnica

  • Año de creación: 1966
  • Álbum: Blonde on Blonde
  • Discográfica: Columbia Records
  • Autor: Bob Dylan
  • Producción: Bob Johnston

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