El Camino del Artista: La creatividad como viaje surrealista hacia lo obvio
¿Realmente necesitas escribir tres páginas de tonterías cada mañana?
Permíteme comenzar esta reseña confesando algo: soy el típico ser humano que compra libros de autoayuda como si fueran salvavidas literarios, pero rara vez los lee. Sin embargo, me lancé a El Camino del Artista como quien se sube a una montaña rusa emocional con expectativas demasiado altas y un cinturón de seguridad ajustado a medias.
Julia Cameron promete rescatar a tu yo creativo dormido, ese que, según parece, está sepultado bajo capas de miedos, inseguridades y quién sabe cuántos traumas reprimidos. ¿La solución? Una mezcla explosiva de ejercicios prácticos (léase: escribir tres páginas cada mañana sobre tus pensamientos más banales), introspección casi quirúrgica y un toque de espiritualidad que te hace sospechar si acabas de inscribirte en un retiro de yoga intensivo o en una secta.
Sí, el libro menciona a Dios. Repetidamente. A estas alturas, creo que el Todopoderoso debería figurar como coautor en la portada.
Cameron describe el proceso como inscribirte en un gimnasio para tu creatividad. Lo que no te dice es que, al igual que con el gimnasio, tendrás que arrastrarte a las sesiones semanales con un suspiro existencial y la certeza de que estás más cerca del nirvana… o de abandonar. Los ejercicios son ingeniosos, aunque algo extenuantes para quienes tenemos la agenda más ocupada que la de un político en campaña.
Las «páginas matutinas», uno de sus métodos estrella, son como un café fuerte para tu cerebro. La idea es escribir tres páginas al despertar, sin filtro ni censura. ¿Catártico? Definitivamente. ¿Práctico? Solo si puedes ignorar el hecho de que tu gato intente morder el bolígrafo mientras despotricas sobre tus problemas.
De artistas deprimidos a genios creativos (o algo así)
Ahora bien, el libro se vende como una herramienta para artistas de todo tipo: escritores, pintores, músicos, bailarines… Aunque, seamos sinceros, parece más un texto dirigido a personas atrapadas en el síndrome del impostor. Es un libro de autoayuda disfrazado de manual para desbloquear la creatividad, algo así como un lobo con piel de oveja, pero en este caso, la oveja lleva una camiseta con el lema «¡Tú puedes, campeón!».
El tono de Cameron, aunque persuasivo, a veces raya en lo egocéntrico. «Yo hice esto, yo logré aquello, mi método es milagroso». Si no te molesta un poco de autobombo (y un montón de menciones a la divinidad), puedes sobrevivir. Si eres ateo o cínico, bueno… ¡buena suerte con eso!
¿Recomendaría este libro? Sí, pero con advertencias. No es un manual para quienes buscan soluciones rápidas. Es un compromiso de 12 semanas que requiere paciencia, disciplina y una tolerancia moderada al misticismo. Si estás dispuesto a aceptar que el camino creativo está lleno de curvas cerradas y metafóricas dosis de café espiritual, entonces este libro podría ser para ti.
Eso sí, no esperes convertirte en Van Gogh después de la primera semana. Cameron no promete milagros (aunque insinúe que Dios sí podría ayudar con eso). Así que ajusta tus expectativas, toma tu cuaderno y prepárate para escribir como si tu vida dependiera de ello. Porque, en cierto modo, depende.