El arte de pintar espaldas mientras la historia te da la suya

¿Quién habría imaginado que el genio detrás del Viajero frente al mar de niebla, esa postal obligatoria del Romanticismo, era un hombre tan peculiar como sus paisajes? La magia del silencio de Florian Illies no solo nos acerca a Caspar David Friedrich, sino que lo convierte en el epicentro de dos siglos de historia, arte y desastres fortuitos. Si esperabas una biografía convencional, este libro es más bien una excursión desordenada por los caminos más excéntricos del tiempo, donde Friedrich es tan protagonista como los personajes que lo odiaron, lo adoraron o lo olvidaron por completo.

La prosa de Illies te lleva de la mano, no para enseñarte arte, sino para lanzarte anécdotas como confeti. Desde princesas obsesionadas con sus cuadros hasta incendios que devoran galerías enteras, cada página es un salto inesperado entre lo sublime y lo trivial. ¿Un ejemplo? Friedrich criando canarios como si fueran una extensión de su espíritu atormentado, o sus paisajes sirviendo de inspiración tanto para Walt Disney en Bambi como para Adolf Hitler. Sí, el rango es amplio y un poco perturbador.

Florian Illies, con su estilo lleno de detalles y conexiones inesperadas, relata la vida de Friedrich a través de los cuatro elementos: fuego, agua, tierra y aire. Una estructura que, en principio, parece poética, pero que acaba siendo una especie de rompecabezas histórico. En una página estás en el siglo XIX hablando de acuarelas y en la siguiente discutiendo sobre las tendencias artísticas del siglo XX. No esperes una narrativa ordenada, porque este libro es más como caminar por uno de los paisajes de Friedrich: hermoso pero confuso, y tal vez un poco melancólico.

Friedrich es descrito como un hombre solitario, de esos que pintan a la gente de espaldas porque simplemente no tienen tiempo para lidiar con sus caras. Su relación con el mundo era tan distante como profunda, y eso se refleja en su obra, cargada de niebla, acantilados y una dosis de simbolismo que parece pedirte que te sientes y reflexiones un rato. Illies hace un trabajo admirable explorando las raíces de esa melancolía, desde la temprana muerte de su madre y varios hermanos hasta la lucha constante con la pobreza. Sin embargo, no esperes grandes revelaciones sobre su arte; Illies está más interesado en las anécdotas que en los análisis.

El autor también se permite el lujo de cruzar a Friedrich con figuras tan dispares como Samuel Beckett, Walt Disney y, sí, Adolf Hitler. Friedrich, nos cuenta Illies, fue un ídolo de las ideologías más contradictorias: venerado por los nazis, admirado por los poetas y despreciado por movimientos contraculturales. Esa ambivalencia es quizás lo que hace de este libro una lectura tan curiosa: no es solo sobre Friedrich, sino sobre cómo lo interpretaron y malinterpretaron a lo largo de los años.

Ahora bien, hablemos de los puntos débiles. Para ser un libro sobre un pintor, sorprende la escasez de imágenes de sus cuadros, lo cual es un desliz imperdonable. También hay una tendencia a divagar y llenar páginas con historias que, aunque entretenidas, no siempre aportan mucho al entendimiento de Friedrich. Dicho esto, Illies compensa estos defectos con un estilo fluido y una habilidad para hacerte sentir que estás charlando con alguien que sabe demasiado, pero que no se toma a sí mismo demasiado en serio.

La magia del silencio no es un libro para expertos en arte que busquen un análisis detallado de las obras de Friedrich. Es, más bien, una invitación a pasear por los vericuetos de la historia, con Friedrich como guía melancólico y Florian Illies como ese narrador que no puede resistirse a añadir algún chisme por el camino. Si estás dispuesto a adentrarte en las brumas del Romanticismo con un poco de caos literario, este libro es para ti. Y quién sabe, tal vez descubras que, al final, lo importante no es entender a Friedrich, sino perderte en su mundo por un rato.

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